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Foto de Tim Gouw |
Juana llegó al portal de
su casa, volvía del gimnasio, buscando en su mochila no encontraba
sus llaves, llamó al telefonillo y le atendió su madre.
- Mamá, no
encuentro las llaves en la mochila.
- Hija, ¿has buscado bien?
-Si, he buscado varias veces y no las encuentro.
-¿No te las habrás dejado en casa?
-No, mamá, estoy segura de que las llevaba en la mochila.
-Pues que raro.
-Mamá, ábreme.
-Ya te abro, hija.
La madre abre la puerta y
ella entra, vive en el tercer piso, sube en el ascensor, durante ese
rato piensa en que habrá pasado con las llaves, ella llega a la
conclusión de que las habrá perdido o se las han robado.
Entra en casa y le abre
su madre, ella entra apesadumbrada por la pérdida de las llaves.
- Juana, por si acaso, he buscado por toda la casa y no aparecen tus llaves, ¿donde las habrás metido?
- No tengo ni idea, es que no sé donde pueden estar porque estoy segura de que estaban dentro de la mochila y no aparecen.
- ¡Pues esto es un misterio!
A la
mañana siguiente Juana decide ir al gimnasio para preguntar a ver si
han visto sus llaves.
- Hola, he perdido mis llaves y quería saber si alguien las ha visto.
-Pues si, alguien ha encontrado unas llaves dentro de la taquilla número ocho.
-Entonces son las mías, yo ayer usé esa taquilla y no sé como, que al mover la mochila dentro de la taquilla se me debieron caer y quedar allí sin que yo me diera cuenta.
-Pues aquí las tienes, alguien las trajo a recepción.
-Uf, menos mal, muchas gracias.
-De nada, la próxima ten más cuidado.
-Tendré más cuidado, adiós.
-Adiós.
Juana llega a casa y le cuenta a su madre lo sucedido con las llaves, las dos respiran aliviadas.
FIN
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